Hace unas noches tuve un sueño por demás extraño, muy llamativo.
Si bien en esta sección suelo publicar algunos hechos misteriosos ya conocidos, algunos de experiencias personales, o como hace unas semnas en la cual publiqué una colaboración de un asiduo lector de este blog sobre su sueño con el diablo; pues esta noche quiero compartir con ustedes, y sobretodo con mi amigo Alejandro (cuya entrevista sobre lucha libre está pendiente) un sueño que tuve hace poco, algo llamativo por la manera como se están desenvolviendo las cosas en mi vida personal, sobretodo, familiar.
Antes que nada es bueno indicar que desde hace unos días, estoy siendo afectado por una gripe que por más que lucho por erradicarla aún no logro hacerla al cien por ciento, acentuando recién la toma de medicamentos anteanoche, noche en la cual justamente se produjo este llamativo sueño.
Esa vez llegué a casa sumamente agotado, en el bus de regreso a casa conté hasta tres dormidas que dí en un tramo de unos 45 a 50' distancia que separa mi centro de labores con mi hogar. Literalmente estaba 'muerto' en vida: las piernas no me obedecían, iba lento, sentía mi respiración agitada, tenía mareos. Llegué a casa y a las 20:00 horas ya estaba en cama, sin haber cenado, incluso mandé al diablo el clásico ritual de entrar al internet a ver mi buzón si algún cliente o cliente potencial me hubiera enviado algún e mail, no, esa noche pasé directamente a la cama sin escalas de por medio.
Casi de la nada se produjo el sueño que les decribiré: estaba parado en una especie de sala de espera, no podía identificar de qué era la misma, si de una clínica, o una oficina. Me sentía bastante cómodo ahí, es decir sentía tranquilidad, paz, rodeado de afecto, afuera había una luz intensa algo así como el sol al mediodía en un día de verano. Veía siluetas de personas que pasaban a mi alrededor, por más que trato de recordar sus caras, o cómo iban vestidas no puedo. En ese momento, dentro del mismo sueño empiezo a hacerme preguntas del tipo: ¿cómo he llegado acá?, ¿qué es este lugar?, si estoy haciendo una comisión de trabajo, ¿dónde está mi maleta, donde está mi folder para hacer las anotaciones de la reunión?, ¿con quien me tengo que ver?, ¿por qué no siento mi celular dentro del saco?, ¿llevo saco?.
Cuando trataba de moverme para buscar a alguien que me ayude a aclararme en ese momento una voz de una persona me dice amigablemente desde atrás: "tranquilo, todo saldrá bien. Ahora, si quieres ver a tu hermana, ella está en el piso de abajo, pero la verdad no te recomiendo que la veas, si bien no corre peligro, sería bueno que esté en observación un tiempo".
Por dentro me dije ¡Paola!, pero al tratar de ver a la persona que me hablaba no había nadie, lo más triste del asunto es que el lugar no tenía algún indicio de qué era, no parecía un clínica pero seguía siendo un lugar hermoso, brillante, acogedor, tranquilo, de paz.
Al despertar todo estaba bien en orden, la gripe un poco que estaba cediendo, pero aún tenía que seguir con el tratamiento de las pastillas para contrarrestar sus efectos, minutos después ante la pregunta de mi madre sobre mi estado ella me diría algo que me dejó helado: " Paola también está mal, está hasta peor que tú, está con licencia".
Mientras que escribo estas líneas, la salud de mi hermana sigue siendo delicada, la mía mientras tanto está tambaleando, pero lo que siempre recordaré, y recuerdo, es ese sueño que de alguna manera me hace creer que todos los seres humanos tenemos ese angelito de la guarda del que tanto nos contaban nuestros padres y abuelos cuando eramos pequeños.
Para finalizar, quiero dejarle este mensaje a mi hermana: recupérate pronto hermanita!, te quiero mucho!.
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