
Bueno fuera poder desmenuzar dicha exposición desde diferentes perspectivas: político, social, ético; sin embargo en estos tres pilares básicos que debe tener un político se llegará a un punto en comón entre los tres: debacle.
Lima está en manos de una persona inoperante, con un equipo de trabajo igual de inoperante e incapaz. La gestión de Villarán apunta a ser una de las peores gestiones ediles que se tenga memoria en la historia de Lima capital. Una persona que se burla de las inquietudes de los limeños, que cuando sintió que la mano venía dura hace unos días salió a hacer un 'mea culpa' como para mejorar su ya alicaída imagen.
En la vereda de enfrente también han tenido sus errores, y garrafales los mismos: la improvisación a la que han llegado Marco Tulio Gutiérrez y compañía es por demás descabellada. Lo del domingo pasado dejó en claro el tipo de organización, o alianza, o componenda, la cual se ha formado para vacar a la Villarán.

Bueno fuera que del otro lado Marco Tulio Gutiérrez y su gente esgriman con mejores argumentos el por qué votar por el SÍ, pero más allá del bullicio, el barullo armado por los de amarillo encendido, no ha existido una idea-madre para afrontar la campaña; es decir, en política no todo pasa por apuntar con el dedo acusador, sino también de exponer propuestas de salida al caos generado en la coyuntura del momento. Gutiérrez en todo momento manifestó " Susana Villarán debe salir", pero no decía una alternativa de solución en sí. Peor aún remató su magra actuación con la frase de "..las mujeres primero dicen que no y luego es sí", algo que fue en su momento, y es aún, una falta de respeto a todas las mujeres por más que trató de arreglar lo que dijo.
Este domingo una vez más iremos a las urnas, será algo diferente ya que será para revocar o no a Villarán de la Puente; por más ambiente 'festivo' que el periodismo comercial nos quiere vender con el título de fiesta democrática, la revocatoria será una jornada lúgubre donde esta vez, los limeños tendremos que definir lo que ha sido una constante en las últimas elecciones: votar por el menos malo, el mal menor, demostrando una vez más que o bien, no sabemos escoger a nuestras autoridades, o nuestra clase política está en un franco proceso de decaímiento. Una lástima.
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