viernes, 4 de diciembre de 2015

LA NAVIDAD YA PERDIÓ EL SENTIDO

Año tras año la llegada de la navidad es esperada por millones de niños alrededor del mundo quienes esperan con ansias la llegada de esta fecha para abrir sus regalos y dar rienda suelta a su alegría y frenesí jugando con sus nuevos juguetes. Esto digamos, es la parte bonita de la Navidad y que representa parte del fondo de esta festividad: la llegada de Jesús al mundo, el niño Jesús que a postiori moriría en la cruz por nuestros pecados.
 
Pero ahora el significado de la Navidad ha cambiado drásticamente: la Navidad se ha convertido en un derroche de dinero para realizar fastuosas reuniones donde el trago corre a raudales, las familias se esmeran por preparar la mejor y deslumbrante cena para disfrutar en familia y/o amistades más cercanas.
 
Habría que preguntarse: ¿por qué esperar la llegada de la Navidad para esforzarse y ofrecer la mejor cena del año el 24 de diciembre?.
 
La Navidad se ha convertido lamentablemente en la celebración de la injusticia, se marca una distancia terrible entro los que tienen y no tienen. Mientras en algunas casas hay un pavo, o más, bien condimentado, purés y otras guarniciones, en otras casas no tienen nada que comer, tal vez tengan para compartir una pequeña ración de comida que el padre o la madre compartirán con su hijo o hijos.
 
La Navidad es (debería ser) una festividad de los niños, de la unión entre los seres humanos pero el consumismo ha matado eso. Ahora importa más quien entrega el mejor regalo, que tan caro es el regalo a dar, cuál es la mejor cena, quién hace la mejor reunión, que tan bonita está adornada la casa, la oficina, el supermercado, el colmo: hay concursos de ambientación navideña, es decir: se toma como pretexto la navidad para mostrar quién tiene mejor imaginación e ideas para competir y por ende dejar relegado a alguien o a un grupo porque a mí con eso de que es "...para unirnos, sentir el calor navideño...." es puro bla, bla, bla. .
 
Una cosa es involucionar moralmente, pero más preocupante es involucionar espiritualmente, dejar de lado uno de los preceptos básicos que nos legó nuestro hermano mayor, Jesús cuando dijo que ayudemos al prójimo.
 
Está en cada uno de nosotros hacer de esta Navidad especial, diferente. Por ahí yendo a la calle a buscar a una persona necesitada, preguntarle si quiere algo de comer y de tomar, mientras está comiendo hablémosle, digámosle que Dios está con ella, que no llore ni lamente por la situación que está atravesando, al final abracemos a esa persona, verán la sonrisa que esbozará en su rostro sintiéndose reconfortada por sentirse alentada por un desconocido, eso es el verdadero sentido de la Navidad, de la unión entre los seres humanos, de ayuda al prójimo y de redención por nuestras malas acciones tal como lo hizo Jesús.

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