Este es un relato que me contó hace poco un amigo cercano relacionada a la experiencia llamativa que experimentó con su novia, periodista de un medio local ella. Relato el cual se los dejo a su libre juicio.
"... una de las experiencias más extrañas que me ha tocado experimentar, fue una que tuve con Pao hace unos cuatro o cinco años más o menos. Veníamos de una actividad de entrega de regalos al norte de Lima a golpe de nueve de la noche más o menos. En una de las curvas de la panamericana norte , el carro se apagó, traté de encenderlo pero nada. ¿Te imaginas?: nosotros nos c... de miedo porque era una pista de doble sentido, en plena curva y para colmo no había cobertura en ese momento en los celulares. Tratábamos de encenderlo pero nada, en eso, pasó una camioneta blanca, una station wagon, se bajó un señor así trigueño y nos preguntó si queríamos ayuda. Le contamos del problema y entonces el hombre se ofreció a llevarnos a un taller que estaba a unos metros de ahí, le dijimos que le pagaríamos lo que fuera con tal de salir de esa zona, él nos dijo mirando la parte de abajo del carro: "..ya, no se preocupen, después ven como me pagan, acá lo podemos enganchar creo, voy por la cuerda". Enganchamos la cuerda en ambos carros y Gilbert, el taller al que se refería estaba a hora y media de ahí. Al llegar Pao y yo habíamos juntado apenas sesenta soles que era lo que teníamos entre los dos en ese momento, porque asumimos que de hecho nos cobraría una buena suma, tú sabes: las condiciones, la hora, el servicio en sí.
Ya con el carro arreglado le preguntamos:
- Bueno señor, muchas gracias, muchísimas gracias. ¿Cuánto le debemos?
- Nada, pierdan cuidado.
- No, no. Usted nos ha remolcado por una hora y un poco más, eso debe tener un costo, además nos sacó de una zona terrible.
- No, no se preocupen, considerenlo una ayuda de un amigo.
El hombre se cerró, no nos quería cobrar, Pao y yo tratamos de convencerlo pero nada, ella le dijo:
- Pero dejenos su teléfono, a lo mejor más adelante necesitemos su servicio.
El hombre nos dió un número de celular, le preguntamos su nombre, dijo que era el señor De la Cruz. Agradecimos nuevamente y nos despedimos.
Como imaginarás, al día siguiente seguíamos pensando en la experiencia vivida, decidimos llamarlo para so pretexto de hacer unas diligencias profesionales, nos haga unas carreras. Llamé, pregunté por él, y el señor que contestó me negaba en todos los idiomas ser el señor De la Cruz. Pao llamó y lo mismo, negaba ser él. Le comentó la experiencia vivida en la noche previa, el señor en cuestión le dijo que él no era taxista, que toda la noche había estado con su familia pero que no era el señor De la Cruz.
¿Quién nos pudo haber salvado entonces esa noche?. El Señor de la Cruz."
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