En el momento que escribo esta nota me siento les confieso, bastante triste, casi derrotado. Si bien el bajón no se debe a algún problema de índole laboral y/o familiar, el mismo se refiere a mi vida amorosa.
Llevaba años buscando a esa personita especial a quien querer y luego amar, compartir alegrías, penas, momentos divertidos, charlar, reírnos de la vida pero me he dado con la ingrata sorpresa de que el amor es quien se ríe de mí en este momento y me atrevería a decir que lo seguirá haciendo.
¿Por dónde empezar?, a ver. La conocí por motivos laborales, desde el primer momento me gustó charlar con ella. Inteligente, con los pies sobre la tierra, ubicada, si bien es de hablar mucho, no dice cosas de más, diría que sabe meterse incluso en el subconsciente de su interlocutor, es una de esas personas que cala en la manera de pensar de uno. Y para cerrar las descripciones es simpática. Recuerdo que la segunda ocasión que nos vimos nos quedamos hablando largo y tendido, felizmente en el trabajo había pedido una papeleta sin retorno (es decir que haces tus labores fuera de la institución y luego te puedes retirar a tu domicilio sin necesidad de marcar tu hora de salida). Esa tarde-noche me dí cuenta que ella era una fuerte candidata para empezar lo que se llama un plan de conquista, salidas y comidas de por medio.
La charla fue muy amena, como quien no quiere la cosa nos contamos nuestra vida amorosa, ella saliendo de una relación con su pareja en la cual en pocas palabras se había terminado la pasión y el amor. Ella salía de ese golpe, yo saliendo de un golpe amoroso sufrido casi a mediados del año pasado. Palabras, consejos, frases de aliento de una y otra parte y la noche se prestaba para la invitación respectiva:
- ¿Qué te parece si un día almorzamos juntos para conversar más?
- Claro, tú me avisas.
Respondió mirándome a los ojos, cualidad que admiro en una persona cuando habla conmigo para ver que tan sincera es conmigo, la misma que yo aplico al hacerlo con quienes simpatizo.
Después vinieron otras charlas, si bien por motivos profesionales las mismas siempre eran igual: mostrando mi aprecio, interés, preocupación por ella. Cuando ella me preguntaba sobre algo mío sentía reciprocidad de su parte para escucharme.
Pero a estas alturas sé que fallé. Demoré la invitación a salir, o a ver la película de su preferencia, a comer algo, Gilbert, ¿por qué serás tan imbécil?.
Recién en este momento me percato de esos detalles, detalles que una mujer siempre tiene presente, pero la debacle anímica para mí fue al mediodía de hoy, quince minutos antes del almuerzo.
Fui a su oficina, me recibió como siempre: sonriente, con la mirada fija en mis ojos, una mirada sincera, de aprecio, de una cliente que ve a su asesor como un amigo, al verla ocupada (otro detalle que me encanta de ella: es una mujer cien por ciento trabajo, es decir no es ninguna vaga ni que espera que las cosas las tenga servida)y yo ya tenía las ganas de sacarme la espina del pecho. Pero un servidor también es buen profesional: antes de pactar la salida personal, fui por el tema planteado en la agenda de trabajo, si bien su breve respuesta fue el punto final de lo laboral, fue el punto de partida para mi ya fenecido 'plan'.
Ella dijo que no había podido hacer el trabajo por falta de tiempo ya que sus labores en su centro de labores se lo impidió, respuesta que dió pie a despejar una duda que tenía que sacármela de encima:
- Uy, pobrecito tu enamorado, no tendrás tiempo para él, por cierto, ¿cómo va ese corazoncito?
Sonriendo respondió que estaba emparejada, al preguntarle si había vuelto con su ex respondió afirmativamente, no resistí:
- ¿Y estás feliz, estás contenta?
Sentí que esa pregunta seguida de la re pregunta me salió como la última bocanada de aire que toma el naúfrago antes de ser devorado por el mar embravecido, su respuesta fue la ola que terminó de hundirme.
- Estoy tranquila.
¿Saben que fue lo doloroso?: que ni me miró para responderme eso, es decir, lo que para mí durante un tiempo era un símbolo de aliento, de confianza, se desvaneció en esas dos palabras: "Estoy tranquila".
La verdad que me sentí mal, muy mal por eso. Minutos después al mirarme me dijo que esté tranquilo ante un problema que previamente le había contado y el cual me dió todo su apoyo moral con su dulce y preocupada mirada.
No sé si leerás este blog, si bien en una ocasión te mencioné que lo tenía no sé si te dará el tiempo para que lo leas; pero a través de estas líneas quiero decirte que me agradas mucho y con tal que seas feliz al lado de él, me hará feliz que estés sonriendo y mereciéndote el cariño, el amor y el aprecio que él te está dando. Y si un día nos vemos pues, será estrictamente laboral, tú me dijiste que tenga paciencia para hallar a esa personita espcial, pero mi falta de atención y tiempo también (ayer se supone que nos veríamos, aunque eso no hubiera cambiado las cosas) impidieron que te diga que eres la chica ideal que por mucho tiempo he estado buscando.
Dicen que el blog sirve para exteriorizar lo que uno siente en su interior y he creído conveniente compartir con ustedes amigas, amigos este día decisivo en mi vida por la decisión que he tomado: no, no me voy a suicidar por siaca. La decisión es que le bajo el dedo al amor porque estoy cien por ciento seguro que jamás encontraré a una chica como ella.
Un abrazo chiquita!