Uno de mis escritores favoritos es Alfredo Bryce Echenique, desde mi época escolar allá (o acá a unas cuadras) en el Colegio Claretiano sentía una atracción especial por la pluma de Bryce cada vez que nos asignaban la lectura mensual como parte del plan de estudio. Leer uno de sus libros es trasportarte a personajes por demás simpáticos y divertidos, confundidos y avispados. ¿ Cómo olvidar por ejemplo a Julius?, un niño perteneciente a la alta alcurnia limeña que socializa con la servidumbre de la casa donde vive y que tiene una extraña coincidencia con él tal como lo relata en Antimemorias I.
Este último libro mencionado justamente ayuda a conocer un poco más al Bryce humano, lejos de las letras, donde nos cuenta con su típica picardía y viveza criolla pormenores de su vida, como su amistad con el líder cubano Fidel Castro, Mario Vargas Llosa, con el desaparecido Gabriel García Márquez, con este último justamente narra en uno de los pasajes la manera como se conocieron:
Mario (Vargas Llosa) me llamó, le dijo quién era yo y nos presentó. Medio en broma o totalmente en serio como suele hacer García Marquez (...):
- No me gustan los escritores con corbatas como la tuya.
- Pues tendrás que acostumbrarte porque tengo setenta y cinco corbatas como ésta.
Bryce es tal vez uno de los pocos escritores peruanos que quedan que tiene un buen manejo temático en sus obras equilibrando la ironía, el romance, la alegría, la enfermedad y la tristeza lindante con la depresión y de la cual sabe como sacar de a poco ese sentimiento para pasar a arrancarle una sonrisa al lector.
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