Recuerdo cuando mi viejo me decía: "Acompáñame a la calle".Si bien disfrutaba de las salidas con él, cuando me decía eso eso pues me invadía una suerte de 'terror' el hacerlo. Y resulta que el temor era, la música que ponía,sí, leíste bien:la música. Y es que él tenía practicamente un arsenal de música que me deprimía.Uno de esos cantantes era un tal Roberto Sánchez, " Sandro es lo máximo", decía mi viejo y ponía el cassette a andar, yo 'aguantaba' eso pero poco a poco me empezó a gustar a acostumbrarme a él. Hace unos meses, cuando trabajaba, mi chofer y yo teníamos un acuerdo verbal: en las mañanas él escogía la música, por las tardes lo hacía yo. Para él, Sandro también era uno de los cantantes que no podía faltar en nuestras alucinadas presentaciones con nuestros cantantes favoritos.
Presentación del año pasado con Susana Gimenez.
" Hace como 15 años, ante la inminente partida hacia el más allá de una de mis tías favoritas, consideré una buena despedida que ella y sus hermanas fueran a ver un recital de Sandro… Al rato se empezaron a apagar las luces y la tía gritaba: «¡Ahí viene el frenético, ahí viene el frenético!»... Era el cantante vestido de negro, con una rosa roja en una mano y un micrófono en la otra. El teatro empezó a temblar. Pensé que era un terremoto. No, eran las «chicas» liberando endorfinas. En las baladas, más o menos contenidas... pero cuando arrancaba con las canciones que tenían ritmo, ninguna se quedaba en su sitio, ni la peluca de la tía que quedó con la raya en la nuca. Y a ella no le molestaba. Al principio intentaba acomodarla, después dejé que disfrutara. Después de un par de horas nos retiramos. La sonrisa de la tía me animó, le conseguí una foto con la firma del cantante... Al regreso colocó la foto en una especie de altar y le encendió una vela. Pasado más o menos un mes, entró al quirófano a operarse con la foto de Sandro en una mano. Según ella, la fuerza del Gitano la iba a salvar. Yo creo que fueron sus ganas de vivir."
No hay comentarios:
Publicar un comentario