martes, 31 de julio de 2012

LA TIERRA HUECA: ¿VERDAD O FANTASÍA?, TÚ ELIGES

Los años pasan, las tradiciones o bien desaparecen o se refuerzan, unas para bien, otras para mal.

Pero lo que nunca cambiará dentro de una sociedad, o en este caso para la humanidad, serán las historias que encierrran detalles sobresaltantes, preguntas sin respuestas y demás cuestionamientos por ejemplo: fantasmas, ovnis, reencarnaciones, teletransportaciones. Pero uno de los misterios que está viendo de a pocos la luz pública es aquella a la referida a la llamada teoría de la tierra hueca.

Una teoría que encierra detalles interesantes como por ejemplo viejas historias con siglos de antelación que hablan de misteriosas cuevas que conducen a ese mundo interno. A esto contribuye la desaparición de culturas milenarias, claves en el desarrollo de la humanidad como la sumerica, egipcia, maya, la Atlántida. Y esto se refuerza con los testimonios de la existencia de túneles intrincados al interior de montañas y cerros.
Pero vayamos por partes, el punto de partida es la llamada Leyenda de Agartha. La tradición oriental nos dice que es un reino subterráneo y que consta de muchas galerías en Asia asó como alrededor del mundo. La capital de este reino sería Shambala la cual se encontraría abajo del desierto de Gobi, zona compartida entre el norte de China y el sur de Mongolia.

Como bien sabes amiga(o) lectora(or), en este blog solo se presentan los datos para que tú saques tus propias conclusiones quiero compartir contigo un  extracto de la entrevista que sostuvo la investigadora argentina Débora Goldstern en su blog: http://www.cronicasubterranea.blogspot.com/ (muy buena por cierto!) donde entrevistó a Marcelo Martorelli, investigador del tema y coterráneo suyo que visitó en una ocasión el Cuzco y da algunos alcances desde su perspectiva lo que podría ser una entrada a ese mundo desconocido y enigmático.

DG: Como todos aquellos que nos iniciamos en este camino, tu viaje a los Andes, significó un pantallazo a futuro. En aquellas regiones aún pervive el conocimiento de las antiguas civilizaciones que una vez poblaron este continente, algunas de ellas totalmente desconocida para los historiadores. Tengo entendido, que tuviste una experiencia significativa relacionada con un viejo túnel, oculto en el corazón de Cuzco, Perú.

MGM: El viaje a Perú fue un hito en mi vida. Sin lugar a dudas, fue el primer contacto verdadero con algo más allá de nuestra comprensión. No se trató de un simple viaje turístico. Si tuviera que relatar todo lo que allí sucedió debería dedicar un libro entero a ese viaje y a la profunda aventura, trascendente e inolvidable que nos tocó vivir. Algo verdaderamente muy especial sincronizó en Quenco, en el valle Sagrado de los Incas, en verdad algo que habíamos ido a buscar al salir de viaje pero que ya no esperábamos que sucediese. Habíamos caminado toda la tarde por el valle Sagrado de los Incas. Estábamos un poco cansados pero decidimos seguir viaje e ir a las ruinas de Quenco. Cuando llegamos, paseamos alrededor de la montaña donde estaban emplazadas las ruinas y luego decidimos subir a la montaña, que parecía como encantada. Las ruinas sobresalían visiblemente, creando un espectáculo visual muy particular. Recuerdo que mi amigo el Chaqueño con el cual viajaba, decidió en un momento bajar a dar una vuelta, ya que yo le pedí que quería quedarme en la montaña descansando y reflexionando por un rato. Me senté en el piso de la montaña, cerca de la cima. Desde allí, podía observar claramente el valle Sagrado y veía también a mi amigo, que ya había llegado hasta abajo.


Detrás de donde yo estaba sentado, el pasto y la vegetación eran bastante altos y abundantes, estiré mi brazo hacia atrás sin mirar, para apoyarme como en la pared de la montaña y entonces poder respaldarme en ella. Fue enorme mi sorpresa, cuando de pronto mi brazo se hundió en la montaña y casi caigo. Corrí la vegetación que no me dejaba ver bien y, ante mi sorpresa, un túnel de un metro de ancho por un metro de alto se abría hacia adentro de la montaña. Me puse blanco. Era lo que habíamos buscado durante todo nuestro viaje... ¡Y ahí estaba! Grité con toda mi fuerza al Chaqueño, que se encontraba abajo y él subió velozmente por la ladera preocupadísimo por mi llamado.


– ¡No lo puedo creer, Marce! Esto es impresionante... parece una entrada. Tenemos que entrar ¿no? –me dijo mi amigo sorprendido.

– ¡Por supuesto! –afirmé, aunque en verdad, tenía un miedo atroz. Finalmente, decidimos hacerlo.

Tomé la linterna que siempre llevaba conmigo y la encendí. El túnel realizado en la roca era sumamente oscuro y pequeño. Mientras una fresca brisa provenía de su interior, me arrodillé y entonces así pudimos entrar gateando, ya que era imposible hacerlo de otra forma. Por un momento, se cruzó por mi mente antes de entrar, que por el tamaño que tenía el túnel, si de pronto algo venía de frente (fuera una rata, un animal o cualquier otra cosa), iba a resultar prácticamente imposible eludirlo. Con ese pensamiento presente, tomé fuerza y me dije a mí mismo: “a esto vinimos”. Por supuesto, confiaba en que nada vendría de frente hacia nosotros...


Con mi linterna alumbraba hacia delante. Sin embargo, no lograba ver mucho aún. Habíamos recorrido unos 30 metros cuando empecé a percibir una extraña sensación de malestar. Le decía al Chaqueño que sentía el peso de la montaña en mi espalda y que a veces, a medida que avanzaba, parecía como si la montaña se fuese a desmoronar encima de nosotros y nos fuera a aplastar... Por momentos no me sentía nada bien pero seguí insistiendo hacia delante, hasta que logramos ver con nuestra linterna algo que bloqueaba el túnel, bien en el fondo. Nos habremos arrastrado unos cuantos metros hasta que de pronto el túnel se hizo más grande aún, más alto y más ancho, tanto que pudimos ponernos de pie ambos dentro del mismo túnel. La sorpresa nos dejó atónitos... cuando por gracia infinita, porque no me cabe otro calificativo, enfoqué con la linterna hacia abajo, hacia el piso exactamente delante de mí y descubrí que allí mismo había un pozo, que daba a una caverna dentro de la montaña. Simplemente, si hubiera dado un paso más, hubiera caído en él y no creo que hubiera quedado vivo, pues la caída era de unos 7 u 8 metros de profundidad. Sorprendidos y asustados, iluminamos con la linterna dentro del pozo y vimos que hacia la derecha continuaba otro túnel que se dirigía más adentro de la montaña, pero en forma descendente. Sin lugar a dudas, si hubiéramos tenido equipos para poder bajar lo habríamos hecho.


Pero eso no fue todo. El pozo estaba ubicado exactamente sobre el túnel, obstaculizando el avance más allá de él pero cuando enfoqué con la linterna exactamente enfrente de nosotros, al otro lado del pozo, lo que allí había me electrizó. Encontramos un sillón construido en piedra, con sus apoyabrazos claramente definidos, justo frente a nosotros del otro lado del pozo; lo saltamos y nos sentamos en él, de uno en uno…


Nunca más en mi vida olvidé este suceso, que tomé para mí como una especie de bautismo subterráneo concedido totalmente, y sin lugar a dudas, por la sincronicidad misma, ya que en esos años se había despertado en mí una extraña e intensa pasión por todo lo que se refiere a túneles subterráneos y ciudades intraterrenas.Allí comenzó mi relación con la Tierra Interna, aunque en aquel momento no comprendí en absoluto la magnitud de los sucesos que nos habían acontecido y lo que estos significarían en mi cercano futuro.



Muchas de las culturas incluso tienen una estrecha relación el inframundo: los mayas llamaban a ese mundo Xibalbá; Grecia tiene a Hades como el rey de su inframundo; el programa ciudades subterráneas cuando visitó las pirámides aztecas descubrieron extensas galerías metros bajo tierra; en el Perú los antiguos incas tenían una red de túneles intrincados, y a colación de lo narrado líneas arriba existe una historia en el Cuzco que existía años atrás un túnel misterioso que tenía como punto de partida una montaña pero las personas que entraron al mismo no volvieron a salir. Uno de los gobiernos de turno de manera secreta mandó un grupo de personas para sellar esa entrada en una de las operaciones de inteligencia más reservadas que se tenga memoria. 

Los accesos a ese mundo interno se encontrarían en puntos repartidos alrededor del orbe como: el citado desierto de Gobi, entre las piernas de la Esfinge en Egipto, en la frondosa selva del Río Amazonas y cuyas entradas estarían custodiadas por indígenas hóstiles, tras las cataratas de Iguazú, en la Cueva de Los Tayos en Ecuador.

¿Y qué decir de una de las grandes cuevas que se ha descubierto hace unos años, como la de Son Doong en Vietnam con sus imponentes 6,2 kilómetros de longitud y 200 metros de altura y que cuenta con cerca de 20 grutas adicionales.

Esta controversia se ve nutrida además por una polémica foto colgada en la red en la cual la NASA habría colocado un 'parche' para tapar la abertura en una foto difundida anteriormente a través de Google Maps la misma que fue obtenida de la Antártida, teniendo en cuenta además que los vuelos sobre esta área están completamente prohibidos.
 

Preguntas por resolver: ¿Para las antiguas culturas, eran acaso esos túneles subterráneos, conductos que les permitiera trasladarse a nuestros ancestros para intercambiar conocimientos?. ¿Así se podría explicar por ejemplo que en Marcahuasi una de las figuras de piedra represente a una diosa egipcia?. Tomando el relato del investigador argentino Marturelli, ¿el trono que vió tenía que ver con esa misteriosa civilización?. ¿Las pirámides de Egipto, así como las Mayas, serán accesos a ese inframundo?.¿Datos de ese tipo inspiraron las historias de Julio Verne y Dante Alighieri, como 'Viaje al centro de la tierra' y 'La divina comedia' respectivamente?.  






















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