miércoles, 18 de julio de 2012

REVELANDO MIS SECRETOS: BORRACHERAS

Será la edad no sé que de un tiempo a esta parte me he puesto algo nostálgico y vienen a mi cabeza algunos recuerdos de las 'bombas' (borracheras) que de vez en cuando tenía en compañía de amigos, amigas.

La primera grande se dió en el '93; me encontraba en la típica fiesta de recolección de fondos para el viaje de promoción de mi salón, el 5to 'C'. Y como imaginarás la alegría de todos era enorme, último año, gozando ya de esa suerte de salir del colegio que nos estaba dando cobijo y acá un servidor para 'abrir' la maratónica jornada fiestera, no tuvo mejor idea que comprar cuatro botellas de cerveza, así que campante fui y cuando me iba donde el grupo, me dí con la sorpresa que solo estaba uno ahí, los demás se habían ido a bailar, fue así que empecé sin más preámbulos a beber como un borrachín junior.  Pasado buen rato, grande fue la sorpresa de mis compañeros cuando al tratar de ir 'de cacería' en grupo, a las justas podía caminar unos pasos. Era increíble, no llevaba ni una hora y media en la fiesta y tuve que decir 'adiós', felizmente, ese era el tiempo en el que por un lado nos divertíamos los estudiantes, y por el otro, siempre chequeando además, los padres de familia. Como es de imaginarse el rumor corrió como un reguero de pólvora con el comentario: "Gilbert está borrachazo"...."No te creo!!, ya, primera baja!" . Así que en compañía de mi amigo Enrique fui derechito a mi casa, el recuerdo que tengo es que yo caminaba sujetando sus hombros como quien va a una pelea de box y el camino al ring está repleto de gente. El lunes, ya sobrio claro, no tenía cara para entrar al salón, claro, la joda era total con bromas de "borracho"..."alcohólico", yo solo sonreía colorado ladeando la cabeza.

Otra bomba, esta sí fue inesperada, fue una en Ancón, en la casa de playa de mi amigo Enrique justamente. Ese día seríamos él y yo y dos chicas más, pasaríamos en la casa un fin de semana. Por motivos de trabajo, yo de mi centro de labores fui directamente al balneario (ubicado al norte de Lima para mis amigos internacionales) y ya me estaban esperando Enrique con Carol y Eva. Por mi parte había cierta desventaja porque Enrique ya desde Lima había partido con ellas en un viaje aproximado de una hora, hora y media en el peor de los casos. Llegué, presentaciones de rigor, mi 'puntería' fue puesta en Eva. Conversación va, conversación viene, miraditas ...provocativas, de ambas partes, el mismo Enrique me decía entre nos: "Ya compadre, ya la hiciste!, tranquilo!, eres un maestro, en un ratito nomás ya la estás mataste". Y como imaginarán yo estaba ya alucinando pues ...cositas. Llegada la noche jovial, hablo de diez y media más o menos, fuimos a la sala a jugar cartas, no recuerdo si fue poker, o golpeao, carga a la burra, no recuerdo. La cosa es que con Eva seguía con las miraditas insinuantes, roces, ojitos, lo malo es que el trago estaba haciendo en mí un efecto que no creí en ese momento que me iba a chocar: todo, absolutamente todo me daba vueltas. Enrique me hacía señas de que ya 'actue' porque Eva también ya estaba 'caída', lo que desconocía mi buen amigo es que yo estaba hasta 'las patas'. Disimulaba que estaba bien en mi interna, pero no era así. Al hablar lo hacía tranquilo, hasta recuerdo que ponía la voz gruesa. Al rato optamos por ir afuera al jardín de la casa para seguir con el juego; Enrique como quien me daba chance para 'sacar las garras' dijo que iría con Carol a comprar más trago. Se fueron, Eva y yo quedamos frente a frente y en eso le digo: "Sorry", me metí corriendo al baño y vomité espantosamente. Al rato, miré a un costado y Enrique decepcionado por mi nula acción decía mientras se percataba que no me cayera: "que huevón eres, ah, que huevón que eres". Lógicamente al día siguiente estaba resaqueado, lo único que quería era meterme al mar, nadar, tomar sol, y tomar harta coca cola helada. Una decepción la verdad.

Esta si es para reflexionar y una clara muestra que el fútbol y el trago no van. Era un jueves por la tarde, regresaba de la casa de una amiga, y me encontré con un par de amigos de mi ex barrio. Charla va, charla viene, bromas por aquí, bromas por allá, y acordamos tomar unos traguitos en la casa de uno de estos. Fuimos, y en el camino íbamos 'recogiendo' a la antigua collera del barrio: amigas y amigos con el cantado: "Miren a quién encontramos por ahí". Así que sin querer ese jueves se convirtió en una noche de sábado por la noche donde se mezcló el trago, el cigarro, por qué no decirlo estamos entre mayores, el sexo también se hizo presente. A la mañana siguiente tenía un éxamen a las diez y media así que me tiré una larga siesta durante la mañana. Tomando desayuno (si se le puede llamar desayuno a tres vasos de coca cola helada) recordé que el viernes era de fútbol, no de futbolito, fútbol, once contra once. Así que con las mismas, aún 'encontrándome' a mí mismo alisté mis cosas para el juego. La mochila, los polos, medias, short, y (esto JAMÁS lo olvidaré) mis zapatillas que de manera extraña estaban húmedas. Les cuento que yo las lavaba los miércoles en la noche para que al día siguiente en la noche estén secas, sin embargo por alguna razón, ese viernes por la mañana 'el arsenal' no estaba seco. Fuí, al instituto, dí el examen, y a la cancha!. Ya en el vestuario con bromas de por medio, los más avispados me decían "qué rico te la has pegado anoche ah!", sonreía nomás y contaba cómo surgió el asunto. Fuimos a la cancha (otro detalle que no olvidaré) es que al entrar  a la cancha, sentí temor de entrar. Si bien había ganas, porque los que jugábamos eramos re apasionados para jugar, una extraño frío invadió mi cuerpo en ese momento, no quería entrar, Johnny, uno de mis amigos más cercanos de la collera me animó, "vamos loquillo, vamos!", así que con miedo y todo entré. A ver, mi recuerdo llega hasta que metí un gol, inicié un contragolpe para otro gol y de ahí .... todo en blanco. Ya en el hospital me contaron que tras ese contragolpe, tuve un pequeño cruce de palabras con un zambo, que doblaba en peso, en estatura, y en maña.Ellos sacaron, recuperé la pelota empecé a correr y el zambo en cuestión fue a marcarme, lo empujé con el hombre, lo reglamentario en el fútbol, él lo hizo con más fuerza. Mi caída fue estrepitosa, caí de cabeza, se asustaron porque tras caer empecé a convulsionar y a tratar de morderme la lengua, uno de mis compañeros, Juan Carlos, se quitó la media y me la puso en la boca para que la cosa no vaya a mayores. Llamaron una ambulancia, entró al medio de la cancha y tras colocarme un collarín 'regresé'. Paola mi hermana estaba a mi costado, sentada, con lágrimas en los ojos, recuerdo que le dije mientras cogía mi mano: "Dile que apaguen esa huevada pues". Ella sonrió me dijo que la sirena era necesaria para llegar al hospital, asustado le dije que no sentía mis piernas. De nuevo, oscuridad total, sentí algo en la nariz que luego me enteré era oxígeno. 

En el hospital la historia se puso color de hormiga para mí. Inmovilizado me bajaron, yo en camilla, ya "recuperado" Polita siempre a mi lado, en eso se acercaron a cada lado dos personas de blanco, las miré y pensé en mi resaca: "Ya estoy en el cielo, con razón no siento nada", en eso, de la nada aparecieron mis padres: " ¿O en el infierno?". Quisé sonreír, no pude. Le dije a Pola nuevamente: "Oye negra, no siento mis piernas, puta madre ..", me tranquilizó acariciándome la cabeza, en eso el doctor dijo: "...lo que tiene es una desviación de la columna ..." cuando escuché eso ya me alucinaba en silla de ruedas el resto de mi vida, el alma me volvió al cuerpo cuando escuché "...cervical". Era necesario  pasar una noche ahí, para que repose y esté bajo vigilancia especializada, mis padres obviamente aceptaron, conferenciaron entre ellos y aparentemente Paola era el nexo, como quien cuenta un chisme me dijo:

- Dicen que hay una cama disponible para que pases la noche .. 

- Con tal de recuperarme, todo bien ..

- Chino, en esa cama ha muerto hace unos minutos un señor .... quemado.

- Ah no,que busquen otra cama, que no jodan.

Paola sonrió y me sugirieron una alternativa: pasar la noche en esa camilla, pero en una de las habitaciones del hospital, donde estaban 'hospedados' dos pacientes, camas separadas claro, los tres accidentados de diferente manera pero con el mismo móvil: por borrachines, acepté. La estancia fue otra aventura.

Colocaron la camilla al lado de una de las camas, yo estaba a un rincón, metros más arriba se veía una tubería enorme. Al llegar uno de los internados me dió la bienvenida: " Uy juventud, ¿qué pasó?". Y a contar la historia ya conocida, claro de manera simplificada, a mitad de relato, el hombre que estaba en la cama del medio empezó gritar. Me cercioré que estaba atado con correas, el hombre gritaba llorando: "...quiero un trago!!!!", se movía y movía, quería salir evidentemente, tres enfermeras vinieron a calmarlo, al rato gritó: "quiero pichiii!!" lo que me hizo reír, pero me empezó a doler la cabeza. Una de las enfermeras me miró y dijo: "No se mueva mucho joven, que la rueda de adelante está chueca, un mal movimiento y se viene abajo".  Por Dios!!, tan mal que están los hospitales en mi Perú!. Mi situación no era para nada cómoda: estaba en una camilla en la cual no podía moverme por diferentes motivos: la rueda chueca, en mi brazo izquierdo tenía suero, estaba re incómodo por el collarín. A mi costado un borrachín que pedía trago y ...pichi. Ya gritaba "quiero pichi!!" en 4 ocasiones en menos de 3', ¿pasar la noche con ese tipo?, por Dios. Si quiera se callaba cuando el otro señor con acento norteño le decía que se callara, pero el hombre igual, dale que te dale con la pichi. Bueno, tenía que aguantar ...hasta el día siguiente. A la medianoche cuando por enésima vez trataba de conciliar el sueño ocurrió algo inesperado: un temblor sacudió Lima, siempre tengo la costumbre que en los temblores me levanto y busco ponerme a buen recaudo, esa vez, el reflejo me rdenó hacer eso, traté de sentarme, rayos no podía!,  cuando iba a jalar el brazo izquierdo, recordé que tenía el suero, las enfermeras entraron diciendo "tranquilo, tranquilo", el borrachín empezó con su cantaleta de pedir trago y pichi a la vez, yo asustado dije: " Ya carajo, callese, tremendo grandote y pidiendo un trago, duermase de una vez!" y el borrachín se calló mirándome sorprendido ante la risa de las enfermeras y del norteño.

Otra memorable se dió hace unos cuatro, o cinco años. Me junté con dos amigos, ambos llamados Miguel, pero para diferenciarlos en el salón a uno le decíamos 'Mondy', él era el más alocado del grupo. Un día, por motivos de trabajo fuimos a su casa para hacer un trabajo, claro, el trabajo fue un pretexto también, así que al cabo de 45' terminamos de hacer el mismo, y como no podía ser de otra manera terminamos tomando, charlando pues de todo. Cerca de la una de la tarde ya todo nos daba vueltas. Habíamos tomado 'Punto G' uno de esos tragos que te emborrachan rápido, y cuando la plata ya la teníamos justa, compramos seis botellas de cerveza, las mismas que fueron el detonante para una de las peores huascas que tenga memoria. Hablábamos y parecía que nos estábamos metiendo alguna droga ya que no nos entendíamos, nos limitábamos a decirnos 'salud' para seguir con ese frenesí de 'toma como si fuera el último día de tu vida'. En eso recordé que estábamos en una zona brava, Avenida Perú no recuerdo que cuadra, la calle se llamaba Puno, así que para entrar un poco en mis cabales, hice lo que tenía que hacer: fuí al baño para forzarme a vomitar, claro que lo hacía de manera muy disimulada cuando me iba. Miguel también ya no daba más, parecía Rocky, porque más de lo que paraba cayéndose que de pie, cuando por fin se ponía de pie, cataplum!, abajo. Me senté en la cama del 'Mondy' mientras seguíamos 'charlando' escuchando por enésima vez a  nuestro grupo de rock favorito: Soda Stereo, cantando como si fueramos los coristas y tuvieramos al mismo Cerati con nosotros. Me apoyé contra la pared, cerré los ojos pero cantando aún, de la nada balbuceé: "Ya estoy mejor", abrí los ojos y 'Mondy' ya se había ido. Miguel dormía plácidamente, entonces para recuperarme al cien por ciento opté por dormir también. Cuánto tiempo habrá pasado que me desperté, sentí una mano acariciándome el pecho, 'que raro', no recordé chicas ahí, abrí los ojos y era Miguel quien con los ojos cerrados y sonrientes me acariciaba el pecho, me levanté violentamente entre enojado y asustado, nunca lo había visto a Miguel así, él también como que se sorprendió al verme.
 
Después de esa 'tranca', no hubo ninguna resonante, salvo una en la que con mis primos en una reunión familiar, metimos discretamente tragos al cuarto de mi hermano para celebrar su confirmación. Fue una bomba de proporciones épicas ya que uno de mis primos posteriormente tuvo que ser llevado a la clínica donde le inyectaron incluso una medicina para 'levantarlo'. Mis padres y tíos, se dieron cuenta de la bomba que nos estábamos dando porque les parecía raro que todos los primos estemos encerrados en una misma habitación, y más que nada las espor´dicas salidas que íbamos a los dos baños de la casa, y uno que otro a la cocina, y por ahí a comprar a la bodega 'bocaditos' o coca cola. Era por demas rara la cosa. Fue así que a golpe de la una de la mañana, con todo el asunto superado, que sentado en la sala ante el Tribuna de la Santa Inquisición (leáse mis viejos) confesé, expliqué y detallé cómo se produjo la Operación Tufo.
 
De ahí ya vinieron pocas, cuando bebo ya lo hago de manera responsable, y consciente de que el trago mata a las neuronas. Salud!!

No hay comentarios:

Publicar un comentario