Con los resultados ya conocidos de los partidos de los cuatro mejores equipos europeos repasemos lo acontecido en la previa a la gran final.
El Bayern - Real Madrid fue un partido atractivo. Los locales dominaron en la primera etapa con claridad e incluso pudieron irse al descanso con un gol más en el marcador. Los rojos rotaron y administraron bien el balón aunque después del gol soltaron las marcas y permitieron que los dirigidos por Mourinho tomaran la batuta del partido, mientras los defensores madridistas se preocupaban por tomar la marca de Mario Gómez y estar atentos a las descolgadas de Robben por el flanco derecho del ataque alemán. Justamente en una de esas distraccione 'Caracortada' Ribery hizo explotar el Allianz Arena tras una cortesía de Sergio Ramos que le dejó servido el balón para que el francés la mande a guardar.
Tras ese gol se pensó en una avalancha roja sobre el arco de Casillas, sin embargo, el gol rojo obligó al Madrid a salir a buscar el empate teniendo a Benzemá como su hombre desequilibrante.
Como era de esperarse tras el entretiempo, los dirigidos por Mourinho tomaron el control de las acciones, parándose bien en el terreno de juego y llevaron peligro al arco de Neuer, y Mezut Ozil se encargó de marcar el empate transitorio para los blancos, e hizo pensar por un momento incluso que la remontada del marcador podía ser posible. Pero si bien los partidos se ganan en el gran rectángulo verde, tambiéns e ganan fuera de él, en el banquillo, y en ese aspecto Jupp Heynckes fue más vivo y le ganó la pulseada a Mourinho. El alemán se dió cuenta que el flanco izquierdo era accesible ante la dúctil marca de Fabio Coentrao y los Bávaros insitieron por ese flanco, justamente al último minuto Lahm le pegó un baile descomunal a Coentrao y ahí vino el desequilibrio en el marcador con el tanto de Mario Gómez.
Gol que por cierto debe haber sido un golpe bajo para Mourinho ya que al dejar a Coentrao es porque le tuvo harta confianza, se la jugó por él, y en ese aspecto su compatriota le falló al DT. Además Mou le erró en los cambios: Marcelo era para que ocupe el lugar de Coentrao, si Dí María tenía amarilla y se necesitaba abrir más el campo, ¿acaso Kaká no era el hombre indicado para esa función?.
La otra semifinal esperada era la de Chelsea enfrentando al que es para muchos, el mejor equipo del mundo, el Barcelona.
Un partido emocionante de principio a fin con un claro dominador: el Barcelona, y un ganador: el Chelsea. Cual paradoja del destino el cuadro visitante propuso, asumió el riesgo y terminó mordiendo el polvo de la derrota ante un buen equipo azul que se paró muy dentro del campo de juego.
Los players de Roberto Di Matteo tuvieron durante los noventa minutos de juego un orden extraordinario, con una impresionante disciplina en la marca, con un Didier Drogba luchador, jodido a la hora de pelear el balón (fue impresionante en una jugada que no lo pudieron parar entre cuatro jugadores del Barca) y quien marcó el gol del triunfo de los de Stamford Bridge.
Lo llamativo del encuentro es que Barcelona jugó un buen partido, pero no supo, y en un par de casos que la bola chocó al palo, no pudo capitalizar sus ocasiones de gol, y cuando la situación apretaba, ahí estaba Cech para ahogar el grito de gol de los catalanes.
Lo más resaltante del local fue la manera como Di Matteo paró el equipo tanto para atacar como para defender, pero siendo consciente tal vez del buen juego colectivo de los azulgranas, tuvo especial enfásis en hacer un equipo sólido y compacto atrás, tanto así que Messi lució apagado en buena parte del primer tiempo debido a la férrea marca azul, e incluso (se leerá raro esto) el agentino es culpable del gol inglés. Quiso hacerle una huacha (un túnel, un caño) a Lampard y el ídolo de los 'blues' recuperó el balón para tirar un pase a Ramires quien tras una gran corrida se la cruzó a Drogba para que el marfileño ponga el tanto del triunfo.
En el segundo tiempo era super previsible que los de Guardiola saldrían a buscar el empate pero el Chelsea cerró bien su candado e hicieron una muralla inexpugnable atrás y evitaron que Messi pueda hacer de las suyas, salvo en tres o cuatro oportunidades que el argentino se escabulló para complicar la retaguardia inglesa pero no terminó en nada positivo para los españoles.