El tórrido momento que se está viviendo en nuestro ambiente político dejan pendientes preguntas sobre la gobernabilidad en nuestro sufrido país: ¿no se está acaso dando las condiciones para establecer un gobierno militar, ¿un gobierno cívico- militar como el propuesto en El Plan Verde no sería bueno para el país y así, de una vez por todas salga del estado de mediocridad política, social y moral que se encuentra?, ¿acaso los peruanos tenemos un presidente el cual tiene otra perspectiva que pocos periodistas del medio tienen la capacidad de visualizar e interpretar y que podría sacar al Perú adelante?.
Soy de la idea que es necesario instaurar un nuevo orden en el país. Un nuevo orden que implique un cambio drástico en la conducción del país. Un nuevo orden donde no encajaría más del cincuenta por ciento de congresistas de la República que están probando a todas luces su incapacidad e ignorancia, aún en cuestiones culturales y que un padre de la patria debería poseer como base y además que conozcan de la historia del país.
Pocos periodistas dirán esto pero, es bueno que alguien lo diga de vez en cuando en lugar de decirlo en círculos íntimos: La mayoría de congresistas ven sus cargos como una fuente de ingreso personal, NO lo hacen por el país, NO lo hacen por los votantes que depositaron su confianza y votos en ellos. NO les interesa el porvenir del Perú, su gente y las necesidades del pueblo. Fíjense sino en el congresista Richard Acuña, hijo de César Acuña Peralta, dueño de la Universidad César Vallejo que no dió ninguna respuesta satisfactoria al pliego de la reportera y lo peor aún, recurriendo a una invitación de rebajadísima calaña para salir del 'mal momento' por el que estaba pasando debido a su ignorancia.
Es por demás evidente que hay un escenario político de muy bajo nivel, propicio para que Ollanta Humala emule a Alberto Fujimori el 5 de abril de 1992, idea que a decir verdad no la veo mal. La anarquía social en la que estamos viviendo es simplemente incontrolable. El estado de emergencia dispuesto en Cajamarca es una clara muestra de cómo se puede controlar el intentto de insurrección en una localidad. No faltará la pregunta: ¿Quéé, y el pueblo no se puede manifestar en contra de sus gobernantes?". Respondo: sí, está en su pleno derecho de hacerlo (Artículo 2, incisos 3 y 4 de la Constitución Política del Estado) pero con altura, con respeto a las instituciones públicas establecidas.
A quienes les gusta fijarse en Chile les pongo el ejemplo de lo que fue la dictadura de Pinochet, buena y mala será la discusión de nunca acabar, pero nose podrá negar que el país sureño es años, lustros, décadas, siglos más adelantado que el nuestro. Que me perdonen la memoria de nuestros héroes nacionales que pelearon con estoicismo en la Guerra del Pacífico, pero su entrega hoy en pleno siglo XXI resulta nula porque la mediocridad y necedad de parte de las autoridades gubernamentales y cierto sector de la población ha hecho que ese sacrificio y entrega quede relegada.
El discurso incendiario de Gregorio Santos ayer en Cajamarca trae consigo ciertos mensajes entre líneas:
- Una afrenta al gobierno: un pedido de insurrección popular, similar (citando sus palabras) al realizado por el pueblo ecuatoriano contra los ex presidentes norteños Abdalam Bucaram y Jamil Mahuad. Pero la idiosincracia nuestra no es para eso: somos cobardes para acciones de este tipo. Pueden organizarse sí, juntar gente, armas, idear planes y demás, pero tarde o temprano aparecerán 'los chupados' o los traidores, y la empresa se iría por un tubo.
- Un aliento a algún sector de las Fuerzas Armadas a levantarse en armas.
- Alentar a un sector de congresistas opositores al gobierno, a solicitar la vacancia presidencial amparados en la Carta Magna, artículos 113 y 117. Pero la ineptitud de nuestros parlamentarios es tal, que más de uno se atemorizaría y se haría (no hace falta decir qué) en los pantalones.
Humala no es un gran presidente; es un mandatario que está tratando de ordenar la casa, una casa muy desordenada con habitantes por demás peculiares, necesidades distintas, problemas variopintos y encima una prensa que confunde su labor informativa y de investigación, con una de devastación de determinado objetivo. No lo olviden: pronto se oficializará la guerra entre Humala contra los autodenominados " voces autorizadas del periodismo". No se lo pierdan!.
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